jueves, 5 de abril de 2007

La mirada sobrehumana de la esencia en Zona.

La lectura del poema Zona de Guillaume Apollinaire presenta cierta dificultad en la intención de ubicar la voz que enuncia las cosas, podría decirse que se trata del mismo autor o que es un personaje el que narra las cosas en el poema. Incluso, el hecho de buscar un narrador (enunciador) provoca, en el texto, pensar que la ciudad, París, ha adquirido la capacidad de verbalizar desde lo alto los hechos que en los barrios suceden. Pero no es sólo la ciudad la que habla de sí misma y del hombre, es también el hombre el que habla del hombre, sobre quién ha sido sobre las calles de París y más allá de la ciudad. Es, este testigo que confiesa, un narrador que, posado en un espacio superior a la torre Eiffel mencionada en la primer línea del poema, vuelca su tiempo y el de la ciudad hacia atrás.
_
En Zona acontece lo que Marcel Raymond se detiene a comentar sobre el pintor: “El pintor se eleva hasta una contemplación sobrehumana de las cosas, que le conduce al umbral de un universo de alguna manera platónico, dotado de una existencia absoluta, sin más que una relación accidental del yo del artista” (1960, 193). Así, la voz en el poema ha adquirido una calidad, si no omnisciente (a quién importa la omnisciencia en la voz del poema), sí superior y sobrehumana, siguiendo a Raymond, que vuela desordenadamente, ya en picada sobre Montmartre, ya a ras de suelo por las calles de París.
_
De esta manera, la voz hecha, como dije al comienzo, testimonio del hombre-ciudad, ha conocido el lugar, la zona a la que vuelve, de la que recuerda lo que ha atestiguado; la voz se vuelve, como en un en filme, una reminiscencia que se muestra en tomas subjetivas, la voz mira y habla del sujeto, re-produce el momento desde los ojos del mismo sujeto y de la misma ciudad; es un ave que mira y ofrece al lector su mirada, que, aunque franca, se plasma fragmentaria (en este punto la importancia de la omnisciencia se vuelve ridícula, a la fragmentariedad del texto le ha aportado más la calidad sobrehumana del testigo que una posible omnisciencia).
_
Se debe destacar esta característica que es fundamental para el poema, la fragmentariedad se da en todos los aspectos del poema, la voz es fragmentaria (la ciudad expresa sobre sí y sobre el hombre, el hombre expresa sobre sí y sobre la ciudad); la narración es fragmentaria; los espacios existen desde un ángulo, desde una perspectiva; el tiempo es simultáneo y yuxtapuesto; todo se muestra vuelto retazos o una colección subjetiva que viene y va, Les aiguilles de l`horloge du quartier juif vont à rebours / Et tu recules aussi dans ta vie lentement (las agujas del reloj del barrio judío se mueven en sentido contrario / y tú retrocedes también lentamente en tu vida).
_
La importancia no se mantiene en el ser del sujeto que la voz enuncia, a la voz le es preciso detenerse en el otro, la otredad es fundamental, todo es otredad a pesar de que se pueda pensar que se habla de sí, al hablar de sí habla del otro en otro tiempo, sin importar (o más bien, como un juego de tiempos) que la voz conjugue en presente perfecto los actos descritos. La importancia en el otro, en el que es ajeno, el tercero, se muestra con pesadumbre, en Zona los terceros padecen cierto sufrimiento Tu regardes les yeux pleins de larmes ces pauvres emigrants (Tú miras los ojos llenos de lágrimas a esos pobres emigrantes); Tu prends un café à deux sous parmi les malheureux (bebes café de dos centavos entre desgraciados); y, J`humilie maintenant à une pauvre fille au rire horrible ma bouche (ahora humillo a una pobre ramera de horrible risa mi boca).
_
Es de esta manera que en el espacio, tiempo, voz, narrador, todo se mezclan en su fragmentariedad, todo se trasgrede. Hablar de la voz que enuncia las cosas es hablar del poema en sí. El poema es la voz que ha sido conformada para pintar la esencia de Zona. En el texto, entiendo, la importancia recae no en las cosas que enuncia, sino que en ellas la importancia se multiplica, por ejemplo, en la imagen feroz Aujourd`hui tu marches dans Paris les femmes son ensanglantèes (Hoy caminas por París las mujeres están ensangrentadas), la cosa enunciada multiplica las direcciones del texto para que sean vistas no las mujeres ensangrentadas, sino la esencia de las mujeres ensangrentadas. Así se pueden entender cada una de las líneas como el indicio de todo lo otro, que apela a des-cubrir el ser de las cosas indiciadas.
_
De esta manera, considerando las símbolos como indicios, la lectura de las viñetas o fragmentos configurados con cierta simultaneidad y yuxtaposición, nos permite salir de la zona para mirar, como el poeta lo ha hecho, desde un distinto espacio, el brillo y la miseria que hace de la ciudad un ente vivo y, del hombre, el pasado que brilla. En Zona, ciudad y hombre se confunden en la tarea metafísica de florecer.
_
Vean ZONA de Guillaume Apollinaire en www.technikunstalternativo.blogspot.com
_
Bibliografía
APOLLINAIRE, Guillaume. (1998). Zona en Alcoholes. Obra poética, tomo I. Ediciones 29. Barcelona, Es. Pp. 22-32.
RAYMOND, Marcel. De Baudelarire al surrealismo. (1960). Fondo de Cultura Económica. México. Pp. 193-194.

viernes, 9 de marzo de 2007

Forma 9 de matar a un ángel.

A María O.
_
coge las enormes alas
destellantes
hazla que suplique mientras la desplumas
(tal cual se despluma a una gallina)
dile al oído:
te amo
imbécil ángel
cuando te hartes de las súplicas
métele en la boca cada una de sus plumas
.
toma del cajón la tinta negra
la de bolear zapatos
pinta toda su radiante existencia
que no quede ni un rastro de luz
átala a la pata de la cama con una soga
trae un espejo de regular tamaño
cuando se descubra en su reflejo
llorará
por su actual oscura apariencia
llorará
de tanta tristeza que
sin lugar a dudas
su corazón
quedará como la naranja atropellada
solitaria sobre el ardiente asfalto
entonces
la pobre ángel de la guarda
moribunda compañía
morirá.

viernes, 23 de febrero de 2007

Compóngase cualquier mala mueca; problema de pies

Usted:
_
Tenemos tantas venas por dónde recorrer las ciudades mis pies y yo, sin embargo, pareciera que los pies declaran su negativa a hacerlo, a obedecer (valga la insistencia en los pies) al pie de la letra. El mismo cuento es con zapatos, con tenis, patas de gallo, cualquier tipo de calzado, simples calcetines o hasta descalzo. Si por ellos fuera (y así es) todas las rutas a cualquier punto habrían de pasar primero por su mal alumbrada banqueta, seguir un poco hasta dar con el número 160 de la calle que tanto les gusta. Luego de eso, el camino se multiplica en cuantos caminos sean necesarios para llegar al hospital, al banco, la casa de la abuela, incluso al mar.
_
Anoche me trajeron a la playa, la revelación sucedió cuando, desnudos los pies, escribieron con el dedo gordo sobre la arena: 160. Todos los caminos llevan a Roma. Luego se quedaron quietos sintiendo la humedad y el bochorno de la noche; olas golpearon la orilla y el dedo volvió a escribir, ahora: Todos los caminos son un solo camino.
_
Sin embargo, usted al recibir la presente quede tranquila, ellos seguirán llevándome por donde siempre; mas no piense en cambiar de casa o modificar los números 160 por 106, no, no es necesario. No hay peligro, no hay truco ni imán; los pies me llevan, usted a veces duerme, yo a veces toco el timbre para saludarle, o timbro y corro y me oculto tras de un poste.
_
Ya le digo, es sólo una travesura pedestre de mentira, que a la vez es la pura y callosa realidad.
_
Con cariño, mis pies y su servidor.